Trabajadores del famoso club K41 de Kiev ayudan desde Berlín

Durante semanas, la presencia militar rusa en la frontera con Ucrania era opresiva, pero la vida seguía su ritmo “hasta que escuché detonaciones por la mañana”, dice Katya, que no se llama realmente así, pero prefiere que usemos su nombre y trabajaba en el club tecno K41 de Kiev. Eso fue en la mañana del 24 de febrero, el primer día de la invasión rusa a Ucrania.

K41, punto de encuentro para la escena tecno en Kiev
Katya sigue apostando por la política del club en Kiev. Incluso antes de la guerra, ningún miembro del equipo publicaba fotos o información propias. Además de la idea de un colectivo igualitario, parte de la imagen del club es que no hay fotos de las fiestas. Para ello, los invitados debían pegar las cámaras de los celulares con cinta.
El club de renombre internacional lleva el símbolo ∄, una E invertida y tachada. K41 hace referencia a la dirección de una antigua cervecería en la calle Kyrylivska Uliza 41.

“Ayer todavía era vida normal…”
El club tecno a menudo se compara con el club Berghain de Berlín. Recientemente se publicó en Alemania el cuaderno “Notas sobre 41”, sobre pinchadiscos y artistas de renombre internacional que actuaron en el distrito Podil de Kiev. El club es, sobre todo, un espacio seguro para aquellos que no pueden vivir con libertad en la sociedad. El K41 es un lugar para conocer gente en la escena queer. Representa todo lo que Vladimir Putin quiere combatir.

Cuando estalló la guerra, el equipo de K41 se reunió de inmediato, organizó una compra en el supermercado y guardó tecnología valiosa. La gerencia del club pagó los salarios del mes siguiente, dice Katya. Los artistas planeados para el próximo fin de semana ya estaban de camino a la frontera.
Katya cuenta que el ambiente era agitado, con el aullido constante de las sirenas: “Ayer todavía era vida normal, hoy se escuchan explosiones”. Era imposible comprar billetes para buses o trenes.

Militares comprobaban si había hombres en el autobús
Con una amiga suya y su perro, fueron a la estación de tren, donde ya era evidente lo que puede desencadenar una guerra: “Cuando hay presión, no hay espacio para la humanidad”, reconoce. La gente luchando por conseguir un asiento en el tren para escapar, una mujer incluso golpeó al perro.

Pero hace también hincapié en toda la ayuda que recibió de otras personas, primero en Ucrania y luego en el extranjero. Finalmente, un autobús llevó al grupo a Leópolis (Lviv), donde estuvo dos días en el departamento de un amigo. Luego, el autobús cruzó la frontera polaca hasta Lublin. Antes de salir del país, los militares comprobaron si en el autobús iban hombres de entre 18 y 60 años.

Katya llegó a Berlín cinco días después del comienzo de la guerra. Ya han llegado unos 30 amigos del club, para el que trabajan unas 130 personas en total. En la capital alemana, un amigo le facilitó una oficina en un centro cultural en el barrio de Mitte. Muchos artistas que trabajaron en K41 en el pasado han ayudado con dinero y una habitación donde dormir.

En una esquina de la habitación, hay cajas y ropa donada por una empresa internacional. Al lado, hay una mochila negra, lo único que Katya se llevó consigo.

Construyendo otra vida, al menos por ahora
Desde aquí, organizan ayuda para los demás. “Cuando huimos, la información fluía hacia nosotros sin filtros”, dice Katya. Junto con la agencia creativa ucraniana Banda, han creado un bot en el servicio de mensajería Telegram, donde las personas pueden buscar trabajo, dinero o alojamiento. Más de 16.000 personas los siguen en Telegram.

Las donaciones, que se recolectan en la plataforma GoFundMe, también se utilizan para ayudar a personas en Ucrania.

La familia de Katya se quedó en Kiev. Ella les dijo que abanadoran el país “pero querían quedarse, es muy duro”. No se puede obligar a la gente a huir: “Tengo que respetar su decision”, lamenta.

Para muchos del equipo de K41, huir de Kiev fue muy duro, pero quizá más fácil, porque proceden de otros países, pero para Katya “es mi ciudad, mi país, quería vivir allí”. Ahora, busca trabajo y casa en Berlín con una colega: “Poco a poco nos damos cuenta de que debemos empezar una nueva vida”. Por lo menos, hasta que puedan regresar a Ucrania.

DW