Y ahora nos aliamos con los rusos

Jorge Fernández Menéndez

¿Qué parte no entiende el gobierno federal respecto a que somos América del Norte, que desde hace más de un cuarto de siglo tenemos acuerdos económicos, comerciales, financieros, incluso políticos, con Estados Unidos y Canadá que le dan sentido y normatividad a esa pertenencia?, ¿cuándo dejaron de saber en el gobierno federal que Estados Unidos y México tienen una relación comercial única en el mundo, que el comercio exterior entre los dos países en 2021 alcanzó 661 mil 164 millones de dólares, la cifra más alta desde que hay registro y sigue aumentando en este 2022?, ¿no saben que las remesas que vienen de EU superan con holgura los 50 mil millones de dólares al año?

¿Desde cuándo decidieron ignorar que la integración energética, la creación de una suerte de mercado común energético es, con mucho, la apuesta regional más importante que pueden tener ante el mundo los tres países?, ¿tomaron nota en Palacio Nacional que uno de las pedidos explícitos de la administración Biden con México es crear una suerte de burbuja protectora, un mecanismo de protección cibernético que cubra los tres países de la región y que incluya la exclusión de infraestructura de Rusia y China?, ¿entienden que hay una guerra comercial que involucra directamente a China y Rusia contra Estados Unidos y que ello está provocando la migración de una enorme cantidad de empresas extranjeras que podrían asentarse en México si existieran condiciones idóneas y acuerdos explícitos, como incluso lo propuso el secretario de Estado Antony Blinken en su última visita a México, para que en nuestro país se asiente buena parte de la industria de semiconductores con inversiones multimillonarias?

¿No leen en la prensa internacional que ese conflicto comercial, político y militar, como lo demuestra la invasión rusa a Ucrania, ya se ha trasladado al espacio?, ¿que Rusia y Estados Unidos ya no trabajarán juntos en la estación aeroespacial?, ¿no se han enterado que sistemas como el ruso Glonass sirven para tareas de geolocalización como el GPS, pero también para espionaje y tareas militares?

Es una vergüenza que nos tengamos que enterar por la prensa rusa que se firmaron convenios de colaboración espacial con el gobierno de Vladimir Putin, que en un comunicado la Agencia Espacial Mexicana acepte que ese convenio se firmó, pero dice que hace un año, sin haberlo divulgado nunca, y que asegure que no se prevé instalar el sistema Glonass, pese a que el informe oficial del gobierno ruso del acuerdo, que publicó el 28 de septiembre en lo que sería su diario oficial, especifica que sí se instalará ese sistema, así como “sistemas ópticos de prevención de situaciones peligrosas espaciales en México”, lo que eso quiera decir. ¿Son tan ingenuos o nos creen tan ingenuos para asegurar que todas esas actividades son para desarrollarse con fines pacíficos?

Cuando se habla de la integración con Estados Unidos y Canadá no estamos hablando de la venta de jitomates y aguacates (que se venden, y muy bien, por miles de millones de dólares), estamos hablando de una política integradora en todos los ámbitos, de crear un bloque regional que podría ser el más poderoso del mundo por la enorme cantidad de sinergias que pueden generarse entre los tres países. Y eso incluye muchos ámbitos, en forma clara la energía, las telecomunicaciones, el espacio y la geopolítica.

Pero el gobierno de López Obrador no lo entiende así: sus amigos son Cuba, Venezuela, se niega a castigar a Nicaragua en la OEA. Se entusiasma con Evo Morales. Con Estados Unidos, donde viven millones de compatriotas y cada año quieren emigrar más, con nuestro principal socio comercial, financiero, tenemos encontronazos, desafíos, tratamos de jugar con cartas marcadas, no terminamos de establecer mecanismos eficientes de seguridad y le rivalizamos diplomáticamente en su contra con temas estratégicos como la relación con China y la invasión rusa a Ucrania.

Ahora, una vez divulgado este convenio, se entiende más por qué el presidente López Obrador nunca ha terminado de condenar la invasión rusa, por qué presentó un seudoplan de paz que, como sostuvo el gobierno ucraniano, era un “plan prorruso”, por qué se molestó en la mañanera el propio presidente López Obrador de que se hubiera propuesto para el premio Nobel de la Paz al presidente Zelenski, por qué en lugar de calificar a Ucrania como la víctima de la invasión, insiste en decir que es una parte del conflicto, como si no hubiera invasión alguna, por qué se queja de que le entreguen armas los países occidentales a Ucrania. Es una visión infame que se refrenda con acuerdos que nos integran a una estrategia espacial diseñada para enfrentarse a nuestros socios, vecinos y se supone que amigos.

Todos sabemos que el presidente López Obrador sigue pensando que el mundo se quedó en los años 70 y que, en estos temas, quiere repetir algunos de los juegos tercermundistas de la Guerra Fría que tanto le gustaban al presidente Echeverría. Pero ese mundo ya no existe, como ya no existe ese México y hoy formamos parte de un bloque regional en América del Norte que no podemos desconocer o ignorar, mucho menos juguetear con la idea de una suerte de Brexit región cuatro que algunos en el gobierno, tan entusiasmados  con Evo, con Cuba y Venezuela, esgrimen.

Pocos errores tan graves en nuestra política y alineamiento exterior como este acuerdo con las agencias aeroespaciales rusas. Por cierto, que alguien les explique que en Querétaro tenemos una muy próspera industria aeroespecial, íntimamente ligada a empresas de Estados Unidos, Canadá y Europa.

Excélsior