A sangre y fuego

Carlos Loret de Mola

Kiev, Ucrania.- Si se tratara de la Ciudad de México, diríamos que los misiles cayeron en el Parque de Chapultepec, y en las avenidas Insurgentes y Reforma. De ese tamaño el golpe que se llevó Kiev, Ucrania, el lunes por la mañana. En todo el periodo de guerra, incluso en los meses más crudos de la ofensiva rusa que fueron febrero y marzo, la zona central de la capital no había sido tocada.

Fue una mañana de lluvia de fuego sobre territorio ucraniano: el reporte oficial del gobierno ucraniano señaló que el Ejército ruso lanzó 84 misiles y empleó 24 drones contra su capital y otras 15 ciudades, y que su sistema de baterías antiaéreas logró desactivar 43 y 13, respectivamente. O sea que impactaron 41 misiles que mataron a 23 personas y dejaron más de 100 heridos.

Para el presidente de Rusia, Vladimir Putin, fue tratar de contestar de manera salvaje el argumento de que está derrotado y arrinconado. Fue tratar de sentarse a la mesa con fichas para seguir la sangrienta partida. Llevaba varios días con el viento en contra: su amago de guerra nuclear había sido tomado como patada de ahogado; su llamado a reservistas (200 mil civiles a los que súbitamente convertiría en militares) despertó protestas en las calles y un éxodo de quienes prefirieron salir de su país que sumarse a una guerra que no sienten propia y que ven perdida; su anunciada anexión de cuatro regiones de Ucrania quedó en el puro papel porque sus batallones iban retrocediendo aceleradamente en el terreno; y encima le estallaron su emblemático puente de 20 kilómetros que inauguró hace cuatro años para conectar por vía terrestre a Rusia con la península ucraniana de Crimea, que se anexó también arbitrariamente en 2014 sin que el resto de los países hubiera respondido como esta vez.

Lo que no queda claro es qué sigue una vez que el presidente de Rusia se siente a la mesa con las fichas de “miren lo que puedo hacer, y peor”. Nadie tiene clara la ruta de salida de la guerra.

Los dos grandes puntos de discordia parecen ser: el control de los territorios del este ucraniano —frontera con Rusia— en donde hay ahorita combates cuerpo a cuerpo y la integración de Ucrania a la OTAN.

Los dos grandes peligros son: que Rusia escale su ofensiva (misiles rutinarios que impacten en blancos civiles en Kiev, por ejemplo) y que todo derive en un conflicto nuclear, ya sea porque están tomando de rehén a la planta generadora de energía nuclear más importante de Europa (ubicada en Zaporiyia, Ucrania), ya sea porque Putin cumpla la amenaza de bomba atómica con la que ha venido jugueteando.

SACIAMORBOS

Se asustó el fixer ucraniano cuando le contamos que en México hay en promedio 85 muertes violentas al día. Y eso que él vive desde hace ocho meses en guerra.

El Universal