Diciembre fatal para gobernadores poblanos

Salvador García Soto

La noticia lamentable de la muerte del gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, sacudió ayer al mundo político nacional y particularmente al estado poblano. El morenista y experredista, que se convirtió en el primer gobernante de izquierda en su estado natal, rompió no sólo con el dominio panista en ese estado, que fue de los primeros en gobernar la llamada 4T, sino también con tabús como que un político que no provenía de la clase política de la ciudad de Puebla, sino de Tehuacán, llegara a gobernar el estado.

Barbosa fue un abogado egresado de la UNAM que fundó su propio despacho en Tehuacán y tras una carrera exitosa en la abogacía, se vinculó en 1994 a la segunda campaña presidencial del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, iniciando así su vinculación primero al cardenismo con el Frente Democrático Nacional y luego a la fundación del PRD en el que militó y creció políticamente al convertirse primero en dirigente estatal en Puebla y luego en consejero Nacional en 1998. Fue diputado federal de 2000 a 2003 y en 2012 llegó al Senado como senador de lista nacional.

Se adhirió a la corriente de Nueva Izquierda, liderada por Jesús Ortega, quien lo apoyó para ser coordinador de la bancada del PRD en el Senado y presidente de esa Cámara del Congreso, justo en el sexenio de Peña Nieto en donde fue uno de los protagonistas del llamado “Pacto por México”, que aprobó reformas trascendentales del peñismo como la educativa con el voto de los perredistas, pero Barbosa y su grupo se opusieron y votaron en contra de la Reforma Energética.

Miguel Barbosa fue un político que llegó al poder tras una azarosa disputa política contra el grupo político de Rafael Moreno Valle. El 13 de agosto de 2017 renunció al PRD y a la coordinación parlamentaria para integrarse a las filas de Morena y sumarse a la naciente campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador. Ya en el morenismo se convirtió en candidato a gobernador de Puebla para las elecciones de julio de 2018, en las que el tsunami, provocado por la votación de 30 millones a favor de Andrés Manuel López Obrador, no le alcanzó para arrebatarle al PAN y a Moreno Valle, el control de Puebla.

En aquellos comicios, la esposa del exgobernador panista, Martha Érika Alonso, le ganó por ocho puntos de diferencia, pero Morena y Barbosa impugnaron la elección, alegando irregularidades graves y pidieron la nulidad. El 9 de diciembre de aquel año, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declaró “válida” la elección por mayoría de votos y desechó la denuncia morenista, en un fallo controvertido que confrontó fuertemente a Moreno Valle con la 4T.

Paradójicamente, con apenas 10 días de haber tomado protesta como gobernadora,  Martha Érika Alonso y su esposo, el entonces senador Moreno Valle, murieron en un accidente de helicóptero el 24 de diciembre de aquel año y, tras la tragedia y el accidente que generó múltiples especulaciones –y que concluyeron tres años después con los peritajes e investigaciones de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes que dictaminó una “falla técnica” de la aeronave— se convocó a nuevas elecciones en junio de 2019, en las que Barbosa volvió a presentarse como candidato y ganó de manera clara.

Conocí personalmente a Barbosa durante su época en el Senado y tuve la oportunidad de comer con él y con su esposa, María del Rosario Orozco, que no sólo fue su compañera de toda la vida, sino también su más leal y fiel cuidadora en los años en que su diabetes crónica se volvió más delicada, tras el coma que sufrió en noviembre de 2013 siendo senador y que le ocasionó la amputación de su pie derecho. Eran una pareja sencilla y unida, que compartían no sólo la vida y el crecimiento como familia, sino la pasión por la política. Ella lo asistía y lo ayudaba siempre con una devoción total y jugaba también un rol importante en sus decisiones y avances en la política.

Ya siendo gobernador, en una ocasión en Casa Aguayo, a donde nos invitó a comer los deliciosos y originales chiles en nogada de Rosario, Barbosa nos confesaba que tras llegar a la gubernatura le dijeron que tenía dos chefs y todo un equipo de cocineros a su servicio para que le prepararan sus alimentos. “Mi comida sólo me la prepara Rosario”, les dijo el gobernador y les pidió a los chefs coordinarse con su esposa y preparar solo los menús que ella les diera y supervisara.

Cuando llegó al poder ya acusaba los signos de una diabetes que, si bien controlada y supervisada por los médicos, había ido avanzando y le había hecho perder capacidad visual, por lo que siempre era asistido en los eventos y actos públicos cuando no por su esposa, por cuidadores que lo guiaban y le facilitaban sus desplazamientos. Como gobernante se vio envuelto en varias polémicas y emprendió una fuerte persecución contra el grupo morenovallista al que prácticamente desmanteló entre la coptación de Fernando Manzanilla, cuñado de Moreno Valle, que se volvió su asesor y secretario de Gobernación, aunque después terminaron peleados, y la acusación y encarcelamiento contra el exdiputado Eukid Castañeda.

Luego, se enfrentó también a morenistas como la exalcaldesa de Puebla, Claudia Rivera, y el actual coordinador de los diputados federales de Morena, Ignacio Mier Velasco, con quien sostuvo varios enfrentamientos públicos para tratar de vetar las aspiraciones del legislador a la gubernatura. Con López Obrador logró tener al final una relación cercana, aunque nunca fue de los allegados al inquilino de Palacio, aun así el presidente lo defendió públicamente cuando se vio envuelto en críticas y polémicas por iniciativas impulsadas en su estado.

Descanse en paz Miguel Barbosa Huerta, el segundo gobernador poblano que fallece en un mes de diciembre, como fue el caso de su contrincante Martha Érika Alonso. El Congreso de Puebla definirá en las próximas semanas quién será el gobernador o la gobernadora sustituta para los dos años que le restaban a la gestión del mandatario que tristemente murió ayer de un infarto cerebral en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chavez. A su esposa Rosario y a sus hijos, un abrazo solidario.

El Universal