Depende de que Alito y Marko se porten bien

Carlos Loret de Mola

No estuvo exento de tropiezos. Se definió el método de la alianza opositora PAN-PRI-PRD. Los cuestionamientos de Sergio Aguayo, que participaba como una de las figuras ciudadanas y renunció. Las dudas de Felipe Calderón sobre que ahuyenta la participación ciudadana y privilegia a los personajes malos conocidos sobre los buenos por conocer. Las críticas de Germán Martínez, que se bajó de la contienda diciendo que hay dados cargados a favor de un candidato (al que no nombró). Lo mismo dijo AMLO.

Pero al mismo tiempo, por lo menos de arranque, arrebató la atención que estaba monopolizada por las corcholatas y su promotor de las mañaneras. Ante una pasarela morenista que no ha ofrecido mayor atractivo, en la que todos dicen lo mismo en todos sus mítines y que se ha vuelto una película aburrida en la que ya todos sabemos el final, del lado opositor se abre la puerta a una competencia que podría tener el ingrediente indispensable en toda contienda atractiva: no se sabe quién va a ganar. Si es así, quien gane arrancará la pelea contra Morena con una buena dosis de legitimidad y buena racha.

¿Va a ser así? Depende de los partidos. De que no pongan sus maquinarias a operar a favor de alguien. De que no se porten mal. El método les deja peligrosamente abierta esa puerta. El método no es 100% ciudadano, no es lo que las organizaciones de la sociedad civil querían en su mundo ideal, los partidos mostraron resistencia, pero quizá es la ocasión en la historia en que los partidos políticos más se han abierto a la ciudadanía en la determinación de la candidatura más importante del tablero.

Desde hace más de un mes, el gobernador de Yucatán, el panista Mauricio Vila, comentó en distintas mesas que él no iba a buscar la candidatura presidencial opositora. Lo comunicó a su partido, a empresarios que se le acercaban para apoyarlo, a líderes políticos y a gente de su entorno. Me cuentan que explicaba así su decisión: no hay modo de ganarle a Morena, yo no me quiero confrontar con el presidente y prefiero ser senador. Se caía así una de las fichas más cotizadas en la oposición, pues Vila está siempre arriba en las listas de gobernadores bien evaluados. No fueron las reglas definidas el fin de semana. La decisión estaba tomada desde antes.

Otro que también aparece siempre con alta popularidad llevaba más tiempo dejando claro que él no buscaría la candidatura presidencial opositora: el gobernador de Querétaro, el panista Mauricio Kuri.

Dicen que para ser presidente, primero hay que quererlo. Quererlo mucho, desearlo, anhelarlo, volverlo motivo de idea, obsesionarse con la idea, estar dispuesto a pelear para lograrlo. Eso requiere energía, vocación, apetito. Ninguna de estas dos estrellas del panismo —que habían sido cortejados por diversos sectores de la sociedad y de su partido— mostraron ese ímpetu.

El Universal